Haciendo el documental

Como conocieron a sus protagonistas?
Los conocimos de varias maneras, más que nada en centros de detención migratorios, cerca de las vías del tren y otros sitios donde los migrantes se reúnen para viajar hacia el norte. Sentimos que era muy importante encontrar familias de niños que hubieran muerto en el desierto de Sonora, para ilustrar dos puntos: que los niños están en un peligro grave cuando migran a través de México y que esto es un tema urgente de protección de menores.

¿Qué aspectos del viaje de los niños te sorprendieron o impactaron más? ¿Te sorprendieron sus edades, sus condiciones de vida y sus circunstancias?
Después de investigar este tema por tanto tiempo, no me sorprendieron las circunstancias de los niños migrantes. Sin embargo, me conmovió su determinación para perseguir sus sueños de llegar a los Estados Unidos. Me quedé sin aliento cuando vi a nuestros personajes brincando los trenes. A veces, trataban a los trenes como si fuera un área de juegos; brincando de un vagón a otro. Saltando del tren para correr a su lado—para volver a brincar arriba sólo por diversión. La verdad es que no percibían el peligro de viajar de ese modo.

¿Qué impacto tuvo su presencia sobre el viaje?
Queríamos que fuera mínimo. Como observadores, nuestro trabajo era documentar sus vidas mientras que viajábamo con ellos. Sin embargo, como nuestros protagonistas eran niños, les inistiámos sobre lo peligroso que el camino podía ser más adelante, y les ofrecimos conectarlos con agentes de migración si querían regresar a casa.

El ambiente en el cual estábamos rodando estaba lleno de coyotes, pandillas, y oficiales corruptos. Como equipo, siempre tomamos en cuenta que los niños pudieran ser puestos en peligro por nosotros y la presencia de nuestras cámaras. En varias ocasiones, decidimos no viajar con los niños cuando recibimos amenazas.

¿Cuánto duro el rodaje? ¿Hubo periodos durante los cuales no rodaron? ¿Cómo seguían a sus protagonistas?
El documental tardó 6 años en terminarse y hubo muchas interrupciones durante el rodaje. Yo presenté la primera propuesta para esta cinta al principio del 2003, y recibí del Sundance Documentary Fund una beca para desarrollarla. En noviembre del 2004, viajé a México para investigar, buscar locaciones, filmar a los niños, y editar un trailer para recaudar fondos. Mientras que rodábamos en 2004, me impresionaron las multitudes de migrantes que habían cruzado desde Guatemala a Tapachula, México, y que estaban esperando en las vías del tren para brincar a los trenes de carga que iban hacia el norte. Este hecho nos facilitó el conocer posibles protagonistas. Desafortunadamente, los fondos que teníamos para el desarrollo se acabaron y me vi forzada a regresar a la Ciudad México y cortar un trailer con el material que tenia.

Poco después de que HBO se juntara con nosotros (SE SUBIERA AL BARCO?), decidí buscar un productor ejecutivo. Ese mismo año, Lianne Halfon, Russell Smith y John Malkovich de Mr. Mudd se involucraron. Afortunadamente para nosotros, Mr. Mudd aceptó hacer la producción ejecutiva y mientras que trabajaban sin descanso para encontrar inversionistas, el rodaje se paró por un año y medio. Debido a la participación de Mr. Mudd, pude regresar a México para terminar el rodaje principal. En 2006, encontramos inversionistas, y también recibí una beca Fulbright to México for Filmmaking. Esta beca de once meses y medio comenzó en el otoño de 2006, y me ayudó mucho con: 1) un estipendio para cubrir los costos de vivir allá y 2) el factor más importante— una visa de trabajo que me ofreció la oportunidad de quedarme en México por el tiempo necesario para terminar de rodar.

Como hubo muchos retrasos en la filmación la mayoría del tiempo nos vimos obligados a volver a empezar con nuevos protagonistas. Incluso, después que el Huracán Stan golpeó Tapachula en 2005, el paisaje cambió irrevocablemente. Este huracán destruyó la infraestructura, ferrovías, y derrumbó el puente que los trenes cruzaban hacia el norte. Por lo tanto, los trenes dejaron de pasar y los migrantes se vieron forzados a encontrar vías más peligrosas para cruzar. Un financiamiento parcial llegó en enero del 2007, pero ya cuando regresamos a filmar, fue mucho más difícil conectarnos con posibles protagonistas. Nuestra filmación duró tres semanas cuando retrasos burocráticos y por contratos nos forzaron a mí y mi equipo a suspender la filmación y dejar el campo de nuevo.

Seis meses después, en julio 2007, la filmación se reanudó y tuvimos que encontrar otros niños protagonistas. Incluso, la compañía de trenes que operaba en el sur de México oficialmente cerró. No nos dimos cuenta en ese momento, pero el tren que tomamos con nuestros nuevos personajes fue el último que viajó al norte. La grabación paró otra vez durante tres semanas, pero pudimos reunirnos con los niños desde mediados de agosto hasta septiembre, y luego en noviembre de 2007.

Tu equipo tiene un acceso increíble adentro de las agencias gubernamentales en México. ¿Como pudieron obtener esos permisos?
El conseguir acceso y permisos de los funcionarios gubernamentales y varias instituciones tomó muchos meses. Fui muy afortunada en conocer a Alejandra Liceaga, gerente de producción del documental. Ella fue establecer esos primeros contactos, crear apoyo, y perseguir los permisos hasta que nos los dieran.

Debo decir que recibimos mucho apoyo por parte de los funcionarios centroamericanos y mexicanos, quienes creyeron en la historia que estábamos tratando de contar, y entonces los permisos fueron otorgados.

¿Cuál es el impacto que deseas que tenga el documental?
Hacer que el público sea consciente de las realidades de la migración infantil y proporcionar mayor entendimiento no únicamente sobre el cómo sino el por qué los niños están tan determinados a hacer este viaje solos. Muchos niños migrantes buscan a sus parientes, así que un reto es como propiciar leyes para que los niños migrantes y sus padres puedan reunirse sin peligro. Y por último, y con mucha esperanza, que este documental sirva como catalizador para promover un dialogo que permita la creación de una reforma migratoria más humana en los Estados Unidos.